sábado, 18 de junio de 2011

Las venas abiertas de las JAC.

Por: Guillermo Ochoa

   Desde su creación en el año 1958, como organismo aglutinador de individuos y comunidades e interlocutor ante las dependencias administrativas regionales y locales, es innegable el aporte de las juntas de acción comunal (JAC) al desarrollo de nuestros barrios, veredas, localidades y en general de nuestro país.

   En sus orígenes el espíritu solidario y desinteresado de sus afiliados las impulsaba a trabajar en forma altruista por el bienestar de sus comunidades pero, el poder corruptor, en principio de los partidos tradicionales (liberal y conservador) y de los partidos y movimientos políticos surgidos a partir de la Constitución Nacional de 1991, fue desfigurando su esencia, convirtiéndolas en plataformas de maquinarias políticas; sumado a las dañinas prebendas a sus juntas directivas, como los extintos auxilios parlamentarios, y en la actualidad el poder y prelación que se les concede para contratar con entidades estatales, sin el debido control.

    Y no es que trate de corruptas a las JAC; tal vez la transparencia sea la regla y no la excepción, pero es indudable que mientras no exista un compromiso serio por parte del Estado  para controlar y auditar sus recursos, los corruptos continuarán colándose en estas organizaciones.

   Las normas sobre control existen, pero tristemente se quedan sin aplicación; el Decreto 890 de 2008, reglamentario de La ley 743 de 2002 (Ley comunal), faculta a las dependencias departamentales, distritales y municipales destinadas para tal fin, a ejercer inspección, vigilancia y control sobre las JAC y las asociaciones de acción comunal.

   En Rionegro la inspección, vigilancia y control sobre las JAC está a cargo de la secretaria de Gestión y Protección Social, dependencia que siempre ha omitido su deber legal de controlar la actuación de las JAC y contribuir a salvaguardar sus patrimonios, limitándose únicamente a organizar y supervisar elecciones de dignatarios y a resolver conflictos menores.

   La omisión del control a las JAC es aun más alarmante, si consideramos la generosa contratación de la actual administración municipal con las JAC y Asocomunal.

   Es sabido, que la ejecución contractual y la entrega a satisfacción de las obras ejecutadas por las JAC son monitoreadas y controladas, pero ¿quién puede dar fe de la correcta utilización y destinación de los excedentes de estos contratos?.
Para concluir, no comparto la teoría del gran “pen$ador” Manuel Nule sobre que “la corrupción es inherente a la naturaleza humana”. En su lugar considero que como dice el adagio popular “la oportunidad hace al ladrón”, en este caso la falta de control.

   Reconocimiento: como todo no puede ser negativo, es prudente reconocer la excelente labor que vienen cumpliendo los nuevos funcionarios de la secretaria de Infraestructura, en especial el funcionario Juan Fernando Restrepo de la división de vías y transporte,; funcionarios en el terreno y no escudados tras un escritorio, eso es lo que demanda esta dependencia, felicitaciones.

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